Los recientes acontecimientos que suceden en Oaxaca han impactado de manera extraordinaria a todos los sectores de la sociedad. Ciudadanos que nunca habían participado -ni siquiera como espectadores- en las luchas sociales ahora se ven involucrados debido a la magnitud de la crisis.
Sin ahondar demasiado en los vericuetos de esta complejísima insurrección popular, quiero intentar aportar mi colaboración para aclarar algunas dudas de un sector específico de los habitantes de la capital: la comunidad cristiana, de la cual yo soy miembro. (Ojo, que hablo de "comunidad" y no de religión" en el entendido de que me dirijo a todos aquellos que mantienen una relación espiritual con Cristo y sus enseñánzas, independiéntemente de las denominaciones religiosas a las que pertenezcan)
La inquietud surgió en un grupo de estudios bíblicos en el que participo, y tiene que ver con el principio que señala que "toda autoridad viene de Dios"
Dicho texto aparece en la carta de Pablo a los Romanos, capítulo 13; y dice así:
"Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay por Dios han sido establecidas
"De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que resisten acarrean condenación para si mismos"
Hasta ahí la Escritura.
Sin embargo, la reacción de algunos de nosotros al consultar dicho texto se puede resumir en la siguiente pregunta: ¿y qué pasa cuando la autoridad es despótica, tiránica, represora, abusiva, maltratadora, burlona, asesina, nepotista, etecé, etecé etecé? ¿Debemos someternos a un gobernante que se endiosa con el poder que, en todo caso, no compró, sino fue delegado por el pueblo? ¿Qué dice la Escritura de estos malos gobernantes?
Estas preguntas por supuesto, las planteamos directamente al caso de Ulises Ruiz, quien llegó a la gubernatura de Oaxaca después de un proceso fuertemente impugnado por sospechas de fraude y cuya calificación llegó apenas una semana antes de la toma de posesión.
Estamos hablando de un gobernador que a unos meses de cumplir dos años de gobierno se ha ensoberbecido con el poder, aplicando una política de exclusión que ha agraviado a amplios sectores de la población y beneficiado a unos cuantos; de un gobernante cuyo estilo personal se caracteriza por el uso fáctico del poder, encarcelando o desapareciendo a sus enemigos, persiguiendo a medios de comunicación, comprando conciencias y, en resumen, desgobernando.
Por todo ello -dijimos algunos miembros del grupo de estudios- no podemos aceptar que la cita de Romanos sea tabula rasa para todo gobernante, y nos preguntamos qué dice la Escritura sobre los malos gobernantes, qué piensa Dios al respecto.
Después de algunos días de meditar, orar y discutir, pero sobre todo de orar, pidiendo la guía de Nuestro Padre, hemos encontrado algunas respuestas que consideramos pertinente compartir a todos aquellos que desde la fe desean una respuesta clara frente al conflicto que se vive en nuestro Estado; una respuesta satisfactoria y clara que hable sin descalificar y que sea incluyente.
Aquí van pues algunas tentativas de clarificar estas dudas. Ojalá les sirvan y esperamos sus comentarios:
De nada.
1. TODA AUTORIDAD PROVIENE DE DIOS
Los cristianos debemos ser, indudablemente, obedientes a la ley y los gobernantes, pues sabemos que toda autoridad viene de Dios: "Bendito sea el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyas son la sabiduría y la fuerza. El hace alternar los tiempos y las circunstancias, quita reyes, y pone reyes" (Daniel 2:20-21). Y en el Nuevo Testamento, Jesús hace claro a Pilato, "No tendrías ninguna autoridad contra mí, sino se te hubiera dado de arriba" (Juan 19:11)
De la misma manera, el apóstol Pedro enfatiza la importancia de la sumisión. "Por causa del Señor, someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Porque ésta es la voluntad de Dios ..." (1 Pedro 2:13-15). Leyendo nuevamente a Romanos 13:1-7 vemos que los cristianos han de estar en sujeción a las autoridades civiles, no simplemente por temor al castigo, sino por causa de la conciencia.
No obstante, esta obediencia o sumisión al gobierno no está exenta de restricción, sino que está restringida por nuestro deber hacia Dios. Si se presentara un conflicto entre nuestra obediencia a Dios y la obediencia a los gobernantes civiles, tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29).
¿y que pasa cuando un gobernante no es reflejo del amor de Dios, o como dice Pedro, cuando no son “Enviados por El para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien”? Si la Biblia dice que es la Voluntad de Dios que hagan el bien, ¿qué con los que no lo hacen?, los que transan con el poder y se gozan de él, haciendo mal al pueblo?
Hay una cita que puede darnos una respuesta; aparece en Mateo 18:7 y dice así:
¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
Dios llamará a cuentas a los malos gobernantes, más claro ni el agua…
2. LO DE DIOS Y LO DEL CESAR
“Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo. 22, 15-21), fue la respuesta de Jesús cuando los Fariseos, pretendiendo nuevamente ponerlo contra la pared, le preguntaron si era lícito pagarle impuestos a Roma. Si decía que no -pensaron ellos- podría ser interpretado como desobediencia a la autoridad civil, en manos de los Romanos que tenían ocupado el territorio de Israel. Si contestaba que sí, podría interpretarse como una limitación de la autoridad de Dios sobre el pueblo escogido. Pero no ... Jesús no estaba contra la pared. Con esta hábil respuesta, deja el Señor claramente establecido que la autoridad política tiene su campo propio de acción, relacionado con el orden público y el bien de todos los gobernados. (1)
El primer punto a considerar es el contexto de las Escrituras. No se puede interpretar la Biblia hoy con la misma consideración como en el tiempo en que fué escrita. Si partimos del principio de que la biblia es Palabra de Dios, verdadera y actual, sus respuestas serán necesariamente satisfactorias en cada caso.
Así pues, al contextualizar los textos de Romanos y Mateo, encuentro lo siguiente:
-HAY UNA DIFERENCIA CAPITAL ENTRE AUTORIDAD RELIGIOSA Y AUTORIDAD CIVIL: VIVIMOS EN UN ESTADO LAICO.
Un filósofo del Siglo XII expresó lo siguiente:
“Tendrá que llegar un momento en que los hombres empezarán a referirse a los principios humanistas que a los principios religiosos, y aparecerá la idea de que lo que legitimiza la autoridad política, moral o cultural, es el arraigo en la voluntad del pueblo. La política será entonces un espacio laico, no religioso”(2)
El primer punto a considerar es la separación entre autoridad religiosa y autoridad civil. El principio de la autoridad civil, como el principio de la democracia se lo debemos a los griegos, quienes también nos legaron el espíritu de las leyes, la libertad opuesta al caos y el derecho de los hombres libres.
Continuando con la cita:
“Existe una relación fundamental entre los derechos del hombre y la laicidad. Un día llegará en que el ser humano sepa que tiene derechos independientemente de su pertenencia a una comunidad y de su inserción en cualquier grupo. La definición que predomina hoy en los grupos es la religiosa, por ello las autoridades políticas derivan de las religiosas. Aún sus particularidades: lengua y cultura, son religiosas. Y el hecho común a nuestras comunidadeses que sólo otorgan derechos llanos a los miembros de esas totalidades, a las cuales uno está forzado a pertenecer, si quiere tener algo. Este es un pensamiento y una práctica en contradicción con los derechos de los hombres”(3)
Lo que nos plantea el Filósofo es la exclusión que se ejerce en comunidades donde el poder público es investido con poder religioso, y los ejemplos son innumerables, desde la antigüedad hasta nuestros días.
Pero cuando se habla de una sociedad laica, se habla del reconocimiento inherente del Otro, mi semejante que puede pensar diferente, actuar diferente, vestirse diferente, tener una preferencia sexual diferente y un credo diferente sin sufrir por ello exclusión o discriminación. Es lo que llamamos el Estado de Derecho, surgido de valores totalmente artificiales, creados ante la necesidad de vivir juntos, más que en comunidades cerradas. Por poner un ejemplo burdo, puedo decir que en mi calle vive una prosituta, un empleado de gobierno, un ingeniero civil, un agiotista, dos mormones, siete católicos y un boy scout. Si en mi calle se necesita un representante ante el comité de vecinos que coordine asuntos como la seguridad, los servicios de limpia, agua, vigilancia, tequios, etc ¿a quién vamos a escoger?
Los valores democráticos y del Estado de Derecho no son del todo valores heredados de la tradición comunitaria. Este es un gran salto que consiste en respetar las leyes no porque nos parezcan buenas, o porque se inscriben en nuestra costumbre, sino porque fueron dictadas por la comunidad de los hombres.
Puede que como cristianos no nos guste una ley que le da los mismos derechos a las prostitutas que a los ministros. En todo caso a la inversa puede ser lo mismo, Y aunque a unos y a otros no les guste tienen que someterse a dichas leyes porque dimanan del derecho civil y del principio de democracia. Vivimos en una sociedad laica, que no se nos olvide.
¿y cómo reza la toma de protesta de los funcionarios públicos en México?
¿protesta usted cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Secretario de Gobernación?
¡sí, protesto!
¡si así no lo hiciere, que la República se lo demande!
¿y que dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos con respecto a la autoridad?
ARTICULO 39. LA SOBERANIA NACIONAL RESIDE ESENCIAL Y ORIGINARIAMENTE EN EL PUEBLO. TODO PODER PUBLICO DIMANA DEL PUEBLO Y SE INSTITUYE PARA BENEFICIO DE ESTE. EL PUEBLO TIENE EN TODO TIEMPO EL INALIENABLE DERECHO DE ALTERAR O MODIFICAR LA FORMA DE SU GOBIERNO.
Palabra de Ley.
Pero entonces, ¿cuál es mi papel como cristiano en una sociedad laica?
Cristo nos lo muestra en la cita de Mateo, pero sobre todo en Mateo 22:34-40:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”
Conste que no dice “Amarás a tu Cristiano…” Habla da amar a todos aquello que incluso pensando, creyendo o haciendo cosas diametralmente opuestas a nosotros merecen nuestra misericordia y nuestro amor y perdón, abogando por ellos a través de la oración y el testimonio, para así invitarlos a convertirse al Amor de Cristo por convicción y de grado, no por fuerza.
Cierro esta parte con una cita de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 mientras celebraba misa por un capitan del ejercito salvadoreño de apellido Saravia; con la participacion de prominentes figuras del sector economico del país:
Perdonen la cita, pero viene a decirnos esto que muchas veces es un equívoco: "Toda potestad viene de Dios"; es cierto, nadie puede gobernar si Dios no le da un poder. Pero así también Cristo le dijo a Poncio Pilato -cuando Pilato queriendo jactarse de su poder, de darle la vida o la muerte-: "No tuviera potestad sobre mí si no te fuera dada de arriba". Es decir, un gobernante será representante del Pastor y Rey mientras interprete el pensamiento y el amor de ese Dios que le da base a las leyes justas, pero cuando alguien absolutiza su poder y se erige ídolo del poder y se vuelve contra las leyes de Dios, contra los derechos humanos, el atropello del pueblo, entonces no podemos decir que esa autoridad viene de Dios. Si no se orienta legítimamente como Dios quiere, el pueblo, por amor al bien común objetivo que le ha dado razón de ser a la nación, tiene que obedecer hasta cierto límite, pero le cabe siempre el derecho de sus justas reivindicaciones. El ejemplo está muy cerca, pues, y ojalá que -decíamos a tiempo- volvamos hacia la fuente de toda autoridad que es nuestro Señor.
Notas
(1) Tomado de www.buenanueva.net
(2) Tomado de “El espíritu de Córdoba” por Ikram Antaki. Ed. Planeta. México 1994. 339 pp.
(3) Ibid
APÉNDICE
Incluyo este texto que me encontré por ahí, esperando pueda complementar lo anteriormente expuesto:
Oscar Schmidt
TODO PODER VIENE DE DIOS
Multiplicar los talentos recibido
Dios, en su infinita Misericordia, nos juzgará considerando lo bueno que hemos recibido y lo malo que hemos sufrido a lo largo de la vida. Esto se explica muy claramente en la trascendental parábola de los talentos: nuestra vida será vista por el Justo Juez en base a los dones, gracias o dolores por los que hemos atravesado, sopesando nuestras respuestas frente a los claroscuros que atravesamos en nuestro paso por la tierra. A quien más se le da, más se le pide. Pero quienes poco recibieron, serán considerados de modo distinto también. Debemos rendir cuenta de los muchos o pocos talentos recibidos.
¿Pero como administra Jesús esos talentos?. Muchísimas veces, son otras criaturas las que dan o quitan dones o dolores a las almas. Y una parte importante de esta forma particular en que Dios realiza Su Voluntad, es poniéndonos a cargo de otros, en forma parcial o total, a lo largo de nuestra vida.
Si soy padre o madre, doy o quito talentos a mis hijos. Si mi hijo se vuelve drogadicto como directa o indirecta consecuencia de la mala formación que le doy, Jesús será Misericordioso con él en la contemplación de su caída, pero Su Justicia pondrá los ojos en mi, ya que el rol paterno o materno me dio talentos para que se los dé o quite a mis propios hijos. ¿Que hice con ellos?.
Del mismo modo, si mi hijo se santifica en una vida plena de gracia, Dios mirará con gozo no sólo la propia santidad de mi hijo, sino mi trabajo paterno/materno que colaboró a llevarlo a tan glorioso lugar.
Si soy jefe o estoy a cargo laboralmente de alguien, doy o quito talentos también. Si mi empleado se corrompe porque yo promoví la corrupción en él, Jesús considerará este hecho en Su Juicio sobre su vida. Por supuesto que la persona debió optar por corromperse o apartarse de la mala influencia del jefe, pero mi liderazgo negativo empujó en gran medida a un alma a quebrar sus principios morales. Y Jesús me juzgará como líder negativo, que produjo un efecto multiplicador del mal sobre quienes puso a mi cargo. Si, en cambio, mi liderazgo laboral lleva a las personas al bien y la honestidad, será que todos recibimos la mirada agradable del Señor.
Podríamos expandir los ejemplos a los Sacerdotes con sus fieles, a los maestros con sus alumnos, a los lideres deportivos o artísticos con su influencia sobre la juventud, a los referentes visibles frente a la opinión pública, los políticos frente a su pueblo, los jueces administrando justicia, el niño líder admirado por sus amiguitos, una ama de casa que tiene una empleada doméstica a su cargo, y así casi hasta el infinito.
La salvación o condenación de mi propia alma, entonces, tiene mucho que ver con los actos de quienes estuvieron bajo mi tutela, como directa consecuencia de mis actos sobre ellos. Lo bueno que ellos hacen producto de mis enseñanzas, o de mi ejemplo, nos beneficia a ambos. Y lo malo, nos perjudica a ambos, pero cae sobre quien estuvo a cargo con un peso mayor por haber administrado mal, frente a otros, los talentos que Dios dio.
Cuantas más personas Dios pone a mi cargo, mayor será el efecto multiplicador de santificación o condenación que mis actos sobre los demás generan sobre mi propia alma.
De tal modo:
TODO PODER, LIDERAZGO O INFLUENCIA SOBRE OTROS, VIENE DE DIOS.
Toda autoridad o poder de referencia que tengamos sobre los demás es una responsabilidad enorme frente a nuestra propia salvación o condenación. El poder multiplicador del bien o del mal actúa en directa proporción a lo que hagamos con nuestra capacidad de influir sobre quienes, de un modo u otro, están a nuestro cargo o bajo nuestra influencia.
¿Tienes en claro quienes están a tu cargo o bajo tu influencia?. ¿Eres consciente de quienes te tienen como modelo, quienes te miran para imitarte o seguir tus instrucciones?. Si a ellos les va bien o mal frente a Dios, con su propia alma, es algo que debiera importarte, y mucho.
Dios te ha dado mucho para que dés a los demás. ¿Lo estás dando realmente como Dios espera?. ¿Notas los efectos benéficos o adversos de tus actos u omisiones de hacer?.
¡Cuida y multiplica los talentos que el Señor te ha dado y te da día a día, llegará la hora de rendir cuentas por ello!
2. CRISTO, VERDADERO REY-PASTOR DE TODOS LOS PUEBLOS
Para esta parte cedo la palabra a Monseñor Romero -citado líneas arriba- Esta es una homilía que pareciera premonitoria para una sociedad como la nuestra, en la que el conflicto social se ha polarizado y amenaza con estallar.
FRAGMENTO DE LA HOMILÍA “CRISTO, VERDADERO REY-PASTOR DE TODOS LOS PUEBLOS”
HECHA POR MONSEÑOR OSCAR ARNULFO ROMERO
22 de Julio de 1979
Hoy, la figura de Cristo se nos presenta como el Rey-Pastor. Rey y Pastor de todos los pueblos del mundo, de toda la historia. Él tiene la clave de la solución de la historia y de los momentos críticos de los pueblos. Los pueblos sólo mirándolo a Él podrán encontrar solución. Si volvemos la espalda a Cristo, seguiremos viviendo en este absurdo "del rebaño disperso". Pero no sólo Cristo, si lo grandioso es que Cristo quiso identificarse con su pueblo de bautizados de todos los tiempos para realizar también su misión regia, su misión de rey; y a nosotros, jerarquía y pueblo, nos toca proclamar la realeza eterna, única, universal de Cristo y hacer que todos los pueblos, las familias, los hombres se le sometan. No es un dominio despótico, es un dominio de amor, es la meta de nuestra libertad, como decía San Pablo: "ser libres para amar en Cristo Jesús".
1. PENURIA DE LOS PUEBLOS MAL GOBERNADOS
Jeremías 23
a) El Profeta Jeremías y su tiempo (cautiverio de Israel)
- Jeremías se dirige a los reyes...
Las lecturas de hoy nos invitan a ver la penuria, la calamidad, la miseria de los pueblos cuando tienen malos gobernantes y malos pastores. Quiero recordar que el profeta Jeremías se está dirigiendo, en la primera lectura de hoy, a los gobernantes, a los reyes de Judá. Al pobre profeta de Jeremías -quizás el profeta de alma más delicada, al profeta que por temperamento no quería conflictos-, lo llamó Dios para ser un profeta conflictivo. Joven, todavía, se llenó de ilusiones cuando el rey Josías emprendió una restauración nacional, una renovación religiosa a base de la palabra de Dios; todo iba bien, pero mataron a Josías allá en Meguiddo y entonces comenzó la calamidad de reyes incompetentes buscando alianzas, realizando acciones políticas muy equivocadas.
- Jeremías tuvo que anunciar la dispersión del pueblo
El profeta Jeremías tuvo que anunciar cosas muy desagradables. Tuvo que anunciar hasta la deportación del pueblo cuando nadie pensaba que el pueblo podía sufrir una humillación tan grande como era la de ser cautivo y llevado al destierro. Por esto cayó mal, era más fácil halagar y decir a los gobernantes: "¡Todo está bien, sigan por allí!", pero el profeta, en nombre de Dios, tuvo que decir: "¡Eso no está bien!, ¡eso es un error!" y denunció los pecados de su tiempo. Este profeta tuvo que ver cómo se iba despeñando, cada vez más, bajo su propio país.
Entonces, describe con palabras que sólo por mandato de Dios tuvo que ir a decir a los gobernantes de Israel: "¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño!"
- Dispersión
Si hacemos una síntesis de las calamidades de un pueblo mal gobernado encontramos en la profecía de hoy la dispersión. La autoridad que debe de ser una fuerza moral para unir, por sus errores se convierte en fuerza de dispersión, rebaño sin pastor.
La expulsión, también condena Jeremías ese pecado. Los gobernantes que en vez de atraer a las ovejas a un solo redil, expulsan, reprimen, ahuyentan, no las cuidan.
- El temor... espanto
Denuncia también el profeta: el temor, el espanto. Un rebaño asustado, un pueblo bajo el terror, un pueblo amedrentado. Lo he vivido ayer allá por los pueblitos de Chalatenango. ¡Qué miedo se siente en las gentes! Cómo hay hombres que no llegan a sus casas, tienen que estar en las montañas, ¡verdaderamente ovejas dispersas, temerosas!
- Perderse...
Por último -dice el profeta-, las ovejas que se pierden. ¿No les parece oír aquí el eco de los desaparecidos? Las ovejas que debían ser cuidadas en el redil con cariño de pastor son perseguidas, son desaparecidas, son marginadas.
b) Lástima de Jesús porque ve a la multitud como rebaño sin pastor...
Efesios: 2, 13-18
Marcos: 6, 30-34
Salta bien el cuadro que nos presenta el evangelio de los tiempos de Cristo. Cristo quiere buscar un momento de reposo, pero la gente lo necesita y va allá y lo encuentra. Es una muchedumbre, una muchedumbre que el evangelio describe con palabra inigualable: "Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima porque andaban como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles con calma". No había prisa, ya no había cansancio; las ovejas lo requieren. Este sí que es buen pastor.
- Pueblo sin unidad, sin identidad...
Pero lo que el pobre Jesús encuentra es un pueblo que ha perdido su unidad, su mística, que busca en sólo soluciones de la tierra la solución política de su tiempo; se ha olvidado de Dios y no hay quien lo oriente a esa búsqueda. Él se pone a enseñar que la única salvación viene de Dios, que Dios nos ama, que Dios no nos ha desamparado, que nos amemos, que no nos dispersemos. Tal sería la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo.
- Pueblo judío: odio, orgullo...
También San Pablo, en su segunda lectura, en su carta a los Efesios, tomando un versículo antes del que hoy se ha leído, nos presenta a la humanidad dividida entre los judíos, que precisamente por ese privilegio de tener la promesa y la revelación se ha hecho un pueblo orgulloso u egoísta, ha levantado un muro en el propio templo para que no pasen los gentiles. Los gentiles es la otra parte de la humanidad a la que los judíos consideran como perros, enemigos; y aquellos gentiles les tienen odio.
- Sin esperanza y sin Dios en el mundo...
Así era la situación, no había paz, faltaba unidad. Este es el pueblo del que San Pablo nos dice hoy: "excluidos de la ciudadanía de Dios, extraños a la alianza y a la promesa, sin esperanza y sin Dios". ¡Qué triste!, sin esperanza y sin Dios en el mundo. No hay cosa más horrible que cuando un pueblo ha perdido la figura de Dios, la orientación de Dios. Por eso, a mí me llena de esperanza una Iglesia encarnándose en el mundo, aunque la critiquen.
Encontrando eco en ustedes, queridos hermanos que llenan la Catedral, las ermitas y lugares donde se hace la reflexión cristiana esta mañana, reflexionemos sobre nuestro pueblo.
ESTE ES EL PUEBLO MAL GOBERNADO
Aplicando este mismo trasfondo, yo quisiera que nos fijáramos precisamente en el ejemplo que nos da hoy Nicaragua. Costó más de 25.000 vidas humanas un descontento. Un pueblo que no era escuchado y que para escucharlo fue necesario llegar hasta este baño de sangre. Lo que es absolutizar el poder, ¡endiosar el poder! Un tirano se piensa indispensable y no le importa que se mate todo su pueblo. La experiencia de Nicaragua nos hace pensar, también, que un poder no se puede mantener con la represión ni con la corrupción de sus funciones. Llega un momento en que el pueblo se cansa de ser explotado y oprimido. Una magnífica lección para quienes creen... en esa fuerza que no puede mantenerse.
Pero como algo que debemos de tener en cuenta, ustedes vieron publicada una reflexión del embajador de los Estados Unidos. Sería un error, absolutamente imperdonable, cerrar los ojos a esta dramática lección de los trágicos eventos en el país vecino. Un sentido de prudencia simplemente nos debe hacer reflexionar.
También para nuestra iglesia es una lección. En el conflicto de Nicaragua no sólo el Arzobispado, sino toda la conferencia episcopal se supo unir y denunciar juntos las injusticias y apoyar e iluminar al pueblo. Sin identificarse con los sandinistas la Iglesia jugó un papel muy importante porque se mantuvo cerca y fiel al pueblo. Por eso, ahora los Sandinistas confían en la Iglesia, no la consideran aliada con Somoza ni aliada tampoco con unas fuerzas revolucionarias, sino que la consideran la Iglesia madre que supo comprender y que en este momento de reconstrucción saben que cuentan con su iluminación cristiana.
Es muy triste pensar también -es otra reflexión- que la gran alegría, entusiasmo y esperanza que ha despertado en nuestro pueblo salvadoreño esa alborada de liberación de nuestro hermano país, Nicaragua, nuestro gobierno y las clases dominantes aún no quieren compartir ese gozo de liberación nicaragüense. Pero cabe a la Iglesia la alegría y la satisfacción de haber sido solidaria con el pensamiento de la Iglesia de Nicaragua y sentirse muy cerca, ahora también, de su alegría y compartir sus responsabilidades desde la oración y desde la iluminación evangélica.
Nos llena de gran esperanza -y como quien respira aires nuevos- cuando se publica el ideario de la nueva Junta de Gobierno donde, entre otras cosas, dice: "Se promulgará la legislación necesaria para la organización de un régimen de democracia efectiva, de justicia y progreso social. Se asegurará que el poder judicial tenga exclusividad de jurisdicción, funcione con la requerida idoneidad e independencia de criterio de sus miembros, restablezca la correcta aplicación de la justicia y garantice el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos".
Nos ha llenado también de honda satisfacción la garantía que se ofrece a la plena vigencia de los derechos humanos concretándose precisamente aquellas cosas en que Nicaragua sufría la penuria de un pueblo mal gobernado, por ejemplo: la libertad de información y difusión del pensamiento: "Se derogarán todas las leyes que reprimen la libre emisión y difusión del pensamiento y la libertad de información. Libertad de culto: se garantiza el pleno ejercicio de la libertad de cultos, la libre organización sindical, gremial y popular. Se promulgará la legislación y se adoptarán las acciones que garanticen y promuevan la libre organización sindical, gremial y popular, tanto en la ciudad como en el campo". ¡Bendito sea Dios que en nuestra América Central hay siquiera un lugar donde se respete el derecho del hombre a organizarse, aunque ese hombre sea un humilde campesino!...
Siempre en el cumplimiento de los derechos humanos: "Se derogarán todas las leyes represivas, especialmente aquellas que atentan contra la dignidad e integridad de las personas, terminándose con los asesinatos, las desapariciones, las torturas, las capturas ilegales y los allanamientos de hogares..."
"Se abolirán todas las instituciones represivas como la oficina de Seguridad Nacional y el Servicio de Inteligencia Militar, que ha servido para la represión política del pueblo y de sus organizaciones". Traduciríamos aquí, en ciertas organizaciones de todos conocidas.
Erradicación de los vicios de la dictadura: "Se erradicará la corrupción que ha caracterizado esta dictadura: apropiación fraudulenta de bienes, contrabandos, exenciones y dispensas ilícitas de impuestos, fraudes en las licitaciones, ventajas dolosas en los negocios de tierras, malversación de fondos del estado, etc."
La aplicación de la justicia: "Se llevará ante los tribunales de justicia a los militares y civiles involucrados en los crímenes contra el pueblo..."
2. BUENOS Y MALOS PASTORES DEL PUEBLO
Todo esto nos hace pensar que la realización de un pueblo está en proporción de sus gobiernos, de sus pastores. Así se entiende entonces lo que diré ahora como segunda reflexión del tema de esta homilía que es Cristo, verdadero Pastor de todos los pueblos. Lo que se destaca en las lecturas de hoy es que este Rey Pastor necesita la colaboración de los hombres, así participamos también de su dominio para poner las cosas bajo el dominio de la moral y de la ley de Dios, los cristianos y todos aquellos aún no cristianos, pero que tienen una responsabilidad como gobiernos de los pueblos, como pastores de los pueblos.
Malos pastores
- Jeremías se refiere a los reyes de Judea, aplicable a gobernantes y pastores de la Iglesia.
Tanto el aspecto cívico como religiosos es el que se enfoca desde el profeta Jeremías, esta mañana, cuando el profeta doce: "Ay de los pastores que no cuidan el rebaño". Se está refiriendo a gobernantes y pastores también de Iglesia, juntos los que participamos en esa tremenda responsabilidad tenemos que analizar cuales son las características del mal pastor y cuáles las del buen pastor.
- Dispersan en vez de unir
Reprende Jeremías a los falsos pastores diciéndoles: "¡Ay de los pastores que dispersan al pueblo!. A los pastores que pastorean a mi pueblo. Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis, no las guardasteis. Pues, yo os tomaré cuentas por la maldad de vuestras acciones". Pensemos esto, que por encima de la bondad o de la maldad de gobiernos y pastores hay un Dios que impulsa al buen pastor al buen gobierno, e inspira las acciones buenas de los hombres que colaboran con él, pero es un Dios justiciero que amenaza tomar cuenta con todo rigor de las malas acciones que se han hecho en este sublime papel del gobierno.
Multitud sin autoridad, eso parecía aquel pueblo que encontró Cristo, una muchedumbre sin pastor. Yo tomaré cuenta por la maldad de sus accione. Debe ser terrible caer en las manos de Dios cuando se ha endiosado tanto el poder. Tener que dar cuenta a alguien que está por encima de todos los poderes.
A pesar de los malos pastores, Dios cuida.
Dios cuida a su pueblo, dice en la primera lectura también y esto nos llena de mucho consuelo: "Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde expulsé y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen, ya no temerán ni se espantarán y ninguna se perderá". ¡Esto es hermoso!.
No todo está perdido, vendrán días mejores, el Señor suscitará, inspirará orientaciones mejores para nuestro pueblo que no sea un rebaño sin pastor, sino que haya verdadero amor que gobierne.
b) Origen y sentido de la autoridad
A este propósito, yo quiero remontarme -ya que remontamos la autoridad hacia Dios- en el Concilio Vaticano II cuando habla cómo tuvieron origen las comunidades políticas, cómo nacieron los países, dice: "Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen la comunidad civil son conscientes de su propia insuficiencia para lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad de una comunidad más amplia, en la cual todos conjuguen a diario sus energías en orden a una mejor procuración del bien común. Por ello, forman comunidad política según tipos institucionales varios". La comunidad política nace, pues, para buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y propia. El bien común, etc...
Pero son muchos y diferentes los hombres que se encuentran en una comunidad política, y pueden con todo derecho inclinarse hacia soluciones diferentes. A fin de que, por la pluralidad de pareceres, no perezca la comunidad política, es indispensable una autoridad que dirija la acción de todos hacia el bien común no mecánica o despóticamente, sino obrando principalmente como una fuerza moral, que se basa en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno.
Es, pues, evidente que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios, aun cuando la determinación del régimen político y la designación de los gobernantes se dejen a la libre determinación de los ciudadanos.
Síguese -de allí-... que el ejercicio de la autoridad política, así en la comunidad en cuanto tal como en las instituciones representativas, debe realizarse siempre dentro de los límites del orden moral para procurar el bien común... según el orden jurídico legítimamente establecido o por establecer. Es entonces cuando los ciudadanos están obligados en conciencia a obedecer. De todo lo cual se deducen la responsabilidad, la dignidad y la importancia de los gobernantes.
Pero cuando la autoridad pública, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien común; les es lícito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica". (GS. 74).
- El gobernante mandatario de Dios...
Perdonen la cita, pero viene a decirnos esto que muchas veces es un equívoco: "Toda potestad viene de Dios"; es cierto, nadie puede gobernar si Dios no le da un poder. Pero así también Cristo le dijo a Poncio Pilato -cuando Pilato queriendo jactarse de su poder, de darle la vida o la muerte-: "No tuviera potestad sobre mí si no te fuera dada de arriba". Es decir, un gobernante será representante del Pastor y Rey mientras interprete el pensamiento y el amor de ese Dios que le da base a las leyes justas, pero cuando alguien absolutiza su poder y se erige ídolo del poder y se vuelve contra las leyes de Dios, contra los derechos humanos, el atropello del pueblo, entonces no podemos decir que esa autoridad viene de Dios. Si no se orienta legítimamente como Dios quiere, el pueblo, por amor al bien común objetivo que le ha dado razón de ser a la nación, tiene que obedecer hasta cierto límite, pero le cabe siempre el derecho de sus justas reivindicaciones. El ejemplo está muy cerca, pues, y ojalá que -decíamos a tiempo- volvamos hacia la fuente de toda autoridad que es nuestro Señor.
- Venid a un sitio tranquilo: descansad...
Por eso, el gesto del evangelio de hoy me parece una parte indispensable de nuestra reflexión cuando Cristo les dice a sus apóstoles ya escogidos para pastores para representar el Divino Pastor entre los hombres: "Vengan y descansemos un poco".
Este descanso de Cristo tiene su sentido profundo en la oración. La oración, el acercamiento a Dios, el cotejar nuestra autoridad con la de Dios, eso tiene que ser oficio de todo aquel que gobierna sea en lo civil como también en lo eclesiástico. Si un pastor, si un gobernante se aparta de Dios, no une con Dios su poder, entonces más que una fuerza unitiva, como nos ha dicho el Concilio, se convierte en una fuerza de dispersión, y entonces, en vez del bien, se hace el mal.
Es necesario entonces aquí un llamamiento a todo el pueblo de Dios, que desde el bautismo participa en esa prerrogativa de Cristo Rey, para hacer que las estructuras de la tierra, las conciencias de los hombres, la familia, todo lo que es el mundo, la sociedad, la orientemos para ponerlo bajo el imperio de Dios; la misma política, para que no se desvíe de su verdadero objetivo sino para que oriente hacia Dios el gran papel de los cristianos. Atender a Cristo, que los llama a reflexión frecuente para ver por dónde camina su responsabilidad y su vida, para hacer de nuestra vida un compromiso que sea verdadera colaboración del reinado de Cristo en el mundo y no al revés: de apartarle a Cristo el imperio y someterlo al imperio del pecado, al ídolo del dinero, al ídolo de abuso; sino que el verdadero Dios que pedirá cuenta de esta participación que nos ha hecho de su poder divino, se satisfaga y goce en que hay hijo que uniéndose íntimamente con Él, gobiernan o procuran que la creación se oriente hacia Dios.
3. CRISTO, REY Y PASTOR
a) El prometido. Cualidades: justicia y derecho
En la primera lectura de hoy se ofrece como una promesa bendita del Señor, que hará surgir un rey justo: "Mirad que llegan días en que suscitaré a David un vástago legítimo, reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra, en sus días se salvará Judá; Israel habitará seguro y lo llamarán: el Señor nuestra Justicia".
b) La gran obra: unificar dos pueblos – paz - hombre nuevo - reconciliación
La segunda lectura de San Pablo nos presenta a Cristo precisamente como el Rey Pastor que une los dos pueblos divididos. "Aquel muro que significaba en el templo de Jerusalén la separación de los gentiles y de los judíos -dice San Pablo- quedó abolido, lo rompió Él con su propio cuerpo muriendo en la cruz". Allí quedó clavado el odio, allí deshizo también las divisiones de los hombres. Él es nuestra paz. No olvidemos esta hermosa frase de la lectura de hoy: "Cristo es nuestra paz. Él reconcilió con Dios a los hombres y dio muerte al odio, vino y trajo la noticia de la paz. Paz a los de lejos, paz, también, a los de cerca. Unos y otros podemos ya acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.
Esta es la función del pueblo de Dios. Yo siempre he querido que distingamos mucho el pueblo de Dios del pueblo en general. Y cuando yo predico todas estas promesas de Dios, esta riqueza de la participación de Cristo Profeta. Sacerdote y Rey, me estoy dirigiendo a ustedes, comunidades bautizadas, cristianos porque por ese título de nuestro bautismo estamos llamados a ser responsables de un mundo que nosotros tenemos que salvar. Como pueblo de Dios, como pueblo profético participante de la realeza del Rey Pastor, cada uno de los bautizados tenemos que revisar nuestras actividades que no sean una contradicción a reino de Dios a su ley, sino que, al contrario, sean una colaboración fiel, un reflejo del reino de Dios en esta tierra.
PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR
De esta manera, revisando nuestro hacer como comunidad de Iglesia y nuestra vida también nacional a la cual esta Iglesia pertenece compenetrándose mútuamente intereses de Iglesia e intereses de patria, no debíamos de ser dos entidades antagónicas sino complementarias, pero eso sí, a base de tomar inspiración una y otra, del único Rey y Pastor: Cristo nuestro Señor. Un pueblo sólo podrá ser pueblo cuando sea dignamente tratado, respetado en sus derechos, cuando sus gobernantes y el pueblo todo, las fuerzas vivas, miren hacia arriba y esperen a aquel que es nuestro rey, nuestra justicia, nuestra paz, Cristo nuestro Señor. No hay otra solución, queridos hermanos. Querer construir una patria, un porvenir, un mundo mejor de espaldas a Cristo es querer edificar sobre arena.
Los vientos, las violencias derriban todo eso, sólo el que edifica sobre la roca de la fe, sobre la inspiración del Rey que Dios ha puesto para regir a los hombres en su vocación de la tierra y en su vocación del cielo, sólo así, gobiernos, obispos, padres de familia, gobernantes, colaboradores, agentes de pastoral, todo lo que es trabajar por la patria y por la Iglesia, sólo en la inspiración del Cristo que tiene compasión de la muchedumbre y que si no falla la colaboración nuestra, siempre encontrará recursos divinos o encontrará hombres mejores que nosotros, para que le ayuden a gobernar el pueblo.
Quiera el Señor, pues, que esta reflexión nos lleve a tomar nuestro puesto en la sociedad, en donde quiera que nuestra vocación nos ha colocado y mirando hacia nuestro Señor e inspiración, sepamos darle a nuestra vida su verdadero sentido, donde cada uno hace patria y hace Iglesia. Así sea...