Tuesday, March 28, 2006

LAS NUEVAS AVENTURAS DEL VIAJERO...

Cuando menos lo esperaba, reaparece *** y postea esta misiva. si alguien conoce a la tal Abigaíl, avísenle que por aquí le hablan.




SEGUNDA CARTA A ABIGAÍL



I
Había escrito un hermoso poema, lleno de mentiras y jueguitos verbales.

Pero el Demiurgo se encargó de pasar su mano rugosa por el espacio
cibernético de mi voz y borró hasta el último acento.

Fue mejor.

Hubieras leído de pisadas en lo oscuro, de voces que susurran el arrullo de Dios, de escenas de películas que humedecen las tardes, de silencios aún no compartidos...

Te había hecho tres preguntas. ¡Dios, que atrevimiento!

Y ahora estoy aquí, de nuevo... no, de nuevo no. La música ha cambiado; es un poco más noche. Mis manos giran en el teclado con mayor rapidez, sueltas ya del peso de una saudade que a veces parece más fingida que real.

Pero algunas cosas permanecieron.

Sigue aquí mi olor a mueble rancio, mis ideas sin hacer, como la cama de cada mañana; mis temores de viejo, mis silencios de tapir, estas palabras amontonadas, despeñándose como agujero en la piedra.

¿Ves? por eso el Demiurgo borra lo que escribo.

Abigaíl.

Te soñé la otra noche. Estabas mirándome. Yo te miraba.

Desperté con el agrio sabor de la melancolía pegado al espinazo.

Los días corren, las horas pasan, y tu sigues siendo indispensable.

El Signo es el mismo. Soy mariposa orbitando, seducida por la fulgurante luz que promete matarme mientras me cura.

O quizás es al revés.

¿Comprendes?

Homeopatía del alma para poder vivir.


¡Ahh!, ¡Está sonando una guitarra que pulsa sobre el acorde preciso!

¡Una voz que me trae el dulcísimo sabor de lejanos viajes!



II
Yo estuve parado muchas veces mirando el mar, o caminando por senderos arbolados, mientras soplaba un vientecillo de verano, u observando los cambiantes colores del atardecer desde un octavo piso.

Yo estuve siempre esperando en paz una mirada que hiciera que cada rayo de luz, cada árbol, cada grano de arena se inventaran de nuevo, y fuese cada día El Primer Día.

Yo fui un árbol surcado de inscripciones. Mecido a contraluz por el soplo de Dios, esperando.

¿Comprendes lo que digo?

Hay tanto por vivir, pero extiendo mi mano y falta una mano en el espacio.

Abigaíl.

Estoy aprendiéndo a despertarme con ojos de pez, maravillado.

Tengo miedo. También tengo esperanza.

Y mientras tanto, ¿Qué voy a hacer con mis huesos ardientes?

Si el Demiurgo no dispone otra cosa, esta carta llegará a tí. Sonríe por favor al leerla.

Tu vives en mi corazón siempre.



con enorme cariño

yo

1 Comments:

At 9:37 AM, Anonymous Anonymous said...

Me pregunto ¿Cómo hará Abigaíl para sonreír? ¿Cómo si hay tanta "saudade"? ¿Cómo si la musa siempre se preguntará en qué momento se conviritó en tanta "malegría"?

Una delicia, como siempre...
Un abrazo enorme
Ere

 

Post a Comment

<< Home